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La descriminalización de las drogas blandas en los Países Bajos: contexto y razones

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October 25, 2025
La descriminalización de las drogas blandas en los Países Bajos: contexto y razones
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Contexto sociocultural y político europeo de los años 60-70

La política holandesa sobre drogas blandas, particularmente el cannabis, se desarrolló en un momento de profundas transformaciones sociales y políticas en los Países Bajos y Europa durante las décadas de 1960 y 1970.

La revolución contracultural europea marcó este período con jóvenes cuestionando la autoridad establecida, explorando estados alterados de conciencia y adoptando visiones más abiertas sobre drogas, sexo y sociedad. Amsterdam se convirtió en un imán para artistas, hippies y librepensadores que veían el cannabis no como un peligro sino como parte de un estilo de vida pacífico. La cultura juvenil estadounidense de los años 60, especialmente el movimiento hippie, inspiró fuertemente a los primeros fundadores de los coffeeshops a principios de los años 70.

En 1966, los disturbios estudiantiles y el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía de Amsterdam hicieron que las fuerzas del orden se volvieran altamente sensibles a la opinión pública, lo que condujo a actitudes más relajadas hacia el movimiento por la paz y el uso de drogas. El movimiento Provo (1965-1966) ejemplificó esta nueva energía social, buscando provocar el orden establecido a través de "happenings" y performances públicas, estableciendo una alianza con la emergente cultura juvenil holandesa.

El cambio político fue decisivo. Entre 1967 y 1976, los partidos tradicionales holandeses perdieron terreno frente a partidos más progresistas. En 1973, el Partido Laborista llegó al poder después de años en la oposición, formando el gabinete Den Uyl, el gobierno más izquierdista en la historia holandesa. Esta coalición de centro-izquierda entre el Partido Laborista, Demócratas 66, el Partido Político de Radicales y partidos democristianos creó un clima favorable para políticas consideradas "progresivas".

El nuevo gabinete tuvo que enfrentar múltiples crisis mayores: la crisis del petróleo de 1973, el escándalo Lockheed, los incidentes con molucanos y las consecuencias de la Guerra de Yom Kippur. La crisis del petróleo árabe influyó inesperadamente en la posición holandesa sobre políticas de drogas, ya que los Países Bajos dependían de sus vecinos para el suministro de petróleo. Para evitar conflictos con Alemania y el Reino Unido, que podrían reconsiderar su ayuda en el suministro de petróleo, los holandeses adoptaron una postura conciliadora, aceptando políticas estrictas contra todas las demás drogas mientras protegían su regulación divergente del cannabis.

La epidemia de heroína como catalizador

A principios de los años 70, los Países Bajos enfrentaron un problema de drogas completamente nuevo y urgente: un mercado de heroína violentamente competitivo que inundó las calles de Amsterdam, Rotterdam y otras ciudades provinciales. Entre 1973 y 1975, el problema fue enmarcado como una "epidemia de heroína".

Las incautaciones de drogas se dispararon dramáticamente: el hachís incautado pasó de 258 kg en 1970 a 9.8 toneladas en 1976, el cannabis de 16 kg a 246 kg, y la heroína de apenas 50 gramos en 1971 a 171 kg en 1976. El precio de la heroína disminuyó mientras su calidad aumentaba, y el número de personas adictas creció rápidamente.

Los Países Bajos fueron enmarcados internacionalmente como un centro importante del tráfico ilícito de drogas. El Consejo Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (INCB) en 1974 señaló el tráfico de drogas en los Países Bajos como de "naturaleza grave", requiriendo "observación permanente". En 1975, el INCB afirmó que el país "permanece como el centro principal para el suministro y distribución ilícita de drogas en Europa Occidental".

La Comisión Baan y la separación de mercados

En respuesta al aumento del consumo de cannabis y la actitud tolerante de los oficiales de policía, el gobierno estableció en 1968 el Grupo de Trabajo sobre Sustancias Narcóticas, conocido como la Comisión Baan (por su presidente Pieter Baan, Inspector Jefe de Salud Mental).

En 1972, la Comisión Baan presentó sus conclusiones unánimes, argumentando que no todas las drogas son igualmente peligrosas y que las prácticas legales correspondientes deberían basarse en un análisis de riesgos. La Comisión propuso hacer una distinción entre drogas con "riesgos inaceptables" para la salud pública y el cannabis.

Los fundamentos de la Comisión Baan fueron:

  • Los costos sociales de la aplicación represiva de la ley penal contra el uso y venta minorista de cannabis superarían cualquier posible beneficio
  • La criminalización de usuarios de cannabis conducía a su estigmatización
  • La amenaza de encarcelamiento era la consecuencia más dañina del uso de drogas que podía emplearse
  • El cannabis debería separarse del mercado de drogas duras para evitar que los usuarios de cannabis tuvieran que comprar en entornos donde podrían estar expuestos a drogas más dañinas

La Comisión incluso estudió la posibilidad de legalización completa del cannabis mediante un sistema regulado por el gobierno, pero finalmente descartó la idea por temor a un rápido aumento en el uso de cannabis y, más importante, debido a las obligaciones derivadas de la Convención Única de la ONU sobre Estupefacientes.

La reforma de 1976: la Ley del Opio revisada

Basándose en el análisis de riesgos de la Comisión Baan, los Países Bajos revisaron la Ley del Opio en 1976, creando una distinción formal entre "drogas con riesgos inaceptables para la salud pública" (drogas duras) y productos de cannabis (drogas blandas).

Los objetivos de esta política eran:

  1. Separar los mercados de drogas blandas y duras, ya que la mayoría de los traficantes vendían ambas. Al permitir que las personas compraran drogas blandas en un coffeeshop, se reducía enormemente el riesgo de comprar drogas duras a traficantes callejeros
  2. Crear espacios de reunión social seguros. Antes del COVID-19, no había opción de llevar. Al consumir en un coffeeshop, las personas estaban rodeadas de un entorno comunitario similar al de un bar, lo que reducía el uso de drogas en solitario en casa o en la calle
  3. Evitar antecedentes penales para consumidores de cannabis y reducir los costos de encarcelamiento por delitos menores
  4. Aplicar el principio de reducción de daños, minimizando los riesgos y peligros del uso de drogas en lugar de la supresión de todas las drogas

La política de "gedoogbeleid" (política de tolerancia) se aplicó tanto a la prostitución como a las drogas: actividades formalmente ilegales eran toleradas con propósitos de reducción de daños. El Ministerio Público decidió no perseguir coffeeshops por este delito, siempre que cumplieran ciertos criterios estrictos.

Surgimiento espontáneo de los coffeeshops

Los coffeeshops no fueron planificados por el gobierno, sino que surgieron orgánicamente. El primero, una "casa de té" llamada Mellow Yellow, abrió en Amsterdam en 1972, donde el traficante se hacía pasar por cliente frente al mostrador. Mantenían un perfil bajo y no hacían publicidad.

Desde 1977, la fiscalía decidió hacer de la persecución de "house dealers" (traficantes de casa) una baja prioridad, y su número en centros juveniles y locales de música se disparó. Los criterios de tolerancia desarrollados para estos traficantes caseros se aplicaron luego a los coffeeshops emergentes. Oficialmente desde 1979, la policía solo interferiría si el comercio a pequeña escala fuera públicamente anunciado o provocativamente efectuado.

El gobierno comparó su actitud hacia los coffeeshops con la tolerancia de las iglesias católicas clandestinas del siglo XVII en los Países Bajos protestantes: el gobierno sabía lo que estaba pasando, pero mientras no fueran visibles al público, podían ser tolerados.

Vinculación con el Barrio Rojo

El Barrio Rojo de Amsterdam (De Wallen) tiene una historia que se remonta al siglo XIV, ganando notoriedad por sus burdeles en el siglo XVII durante la Edad de Oro de Amsterdam, cuando la ciudad era un puerto importante para mercancías y marineros.

La prostitución y las drogas blandas compartieron la misma filosofía política de tolerancia regulada:

Durante la segunda mitad del siglo XX, la prostitución y los burdeles fueron condonados y tolerados por muchos gobiernos locales bajo la misma política de "gedoogbeleid". La policía interfería solo cuando el orden público estaba en juego o en casos de tráfico humano. El razonamiento detrás de esta política de tolerancia era la reducción de daños y la creencia de que la aplicación de leyes antiprostitución sería contraproducente.

Esta genuina política holandesa de tolerar actividades formalmente ilegales con propósitos de reducción de daños fue y sigue siendo aplicada tanto hacia la prostitución como hacia las drogas ilegales en los Países Bajos.

Ambos sectores experimentaron procesos paralelos:

  • La prostitución fue definida como profesión legal en enero de 1988
  • Los burdeles abandonaron su estatus semi-legal de ser tolerados para convertirse en negocios completamente legales y licenciados el 1 de octubre de 2000
  • El cannabis, aunque técnicamente ilegal, fue tolerado en coffeeshops desde 1976

En los años 60 y 70, los informes policiales y de otras autoridades sugerían que la pobreza y el crimen organizado impulsaban tanto el mercado de prostitución como el de drogas. Muchas ciudades en los Países Bajos declinaron perseguir casos de prostitución, ya que el país se convirtió en un sitio central para el movimiento emergente que comercializaba la prostitución como "trabajo".

El Barrio Rojo y los coffeeshops se convirtieron en símbolos del liberalismo y tolerancia holandeses, ambos ubicados en la misma área histórica del centro de Amsterdam. Sin embargo, es importante notar que no hay una vinculación causal directa entre la política de drogas blandas y la prostitución, sino que ambos fenómenos son manifestaciones de la misma filosofía política holandesa de tolerancia pragmática y reducción de daños que surgió en los años 70.

Contexto internacional y presión europea

La política holandesa enfrentó considerable presión internacional. En los años 90, Francia presionó a los Países Bajos llamándolo un "narcoestado" debido al carácter "permisivo" de la política holandesa sobre drogas. La publicación del libro blanco de 1995 sobre política de drogas causó gran revuelo internacionalmente, particularmente del gobierno francés.

Sin embargo, a nivel nacional, la política de descriminalización no condujo a un aumento en la prevalencia del uso de cannabis. Estudios retrospectivos basados en encuestas realizadas entre 1990 y 2001 concluyeron que el cambio en la política de cannabis no tuvo un efecto grande en la prevalencia del uso de cannabis en Amsterdam.

Los Países Bajos se convirtieron en pioneros de la reducción de daños en Europa, con el primer centro de atención de bajo umbral con intercambio de agujas, espacio para consumo de drogas y una gama de servicios auxiliares abierto en Amsterdam ya en 1974. Una década después, los esfuerzos de advocacy de los sindicatos de personas que usan drogas condujeron al establecimiento del primer programa de intercambio de agujas operado por el gobierno local en Amsterdam en 1984.

En conclusión, la descriminalización de las drogas blandas en los Países Bajos resultó de una confluencia única de factores: una revolución contracultural que cuestionaba la autoridad tradicional, una crisis de heroína que exigía respuestas pragmáticas, un gobierno izquierdista dispuesto a implementar reformas progresistas, el trabajo científico de la Comisión Baan que proporcionó justificación basada en evidencia, y una tradición histórica holandesa de tolerancia y pragmatismo sobre cuestiones morales. La vinculación con el Barrio Rojo no fue causal, sino que ambos fenómenos reflejaron la misma filosofía de "gedoogbeleid" que priorizó la salud pública y la reducción de daños sobre la represión moral.

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